Capitulo 9 “Dieciséis veces y un boleto al sur”
Hay cosas que una no cuenta en voz alta.
Pero esta no es una de ellas.
Mr. Jay volvió a mi vida este año.
Volvió como solo los hombres intensos saben volver: con historias sin cerrar y esos brazos en los que una se siente a salvo.
La distancia dejó de ser obstáculo.
Se convirtió en una excusa para vernos…
para reencontrarnos con el cuerpo
cuando las palabras ya no bastaban.
Nos encontrábamos como quienes han esperado demasiado.
Y cuando digo encontrarnos, no me refiero a cenas ni flores.
Me refiero a gestos íntimos.
A una sincronía tan perfecta que parecía ensayada.
A noches donde el tiempo no existía
y mi entrega era total.
Dormir con él no era solo compartir una cama.
Era un lugar.
Un espacio cálido, seguro,
como si el mundo entero desapareciera entre sus brazos.
Estos días, mi cuerpo lo recuerda más de lo que mi mente permite.
Y por más que me diga que hay otros nombres,
otras manos, otras formas de sentir…
sé que nadie ha logrado tocarme así.
Nadie ha llegado tan lejos.
Y sí, puede sonar ingenuo, vulnerable incluso.
Pero no me importa.
Porque hay verdades que no necesitan disfraz.
Hay recuerdos que no se pueden negar.
¿Y si esto no fue amor?
¿Y si solo fue deseo puro, sin promesas ni condiciones?
Quizás.
Pero hay trenes que una toma sin mirar el destino.
Y Mr. Jay siempre fue ese viaje.
Yo subo.
Suspiro.
Me pierdo.
Y al volver, dejo un poco de mí en su recuerdo.
Comentarios
Publicar un comentario