Capitulo 15 Million Years Ago, Una vida que ya no reconozco

Hay canciones que no se escuchan.
Se respiran.
Se llevan en los huesos.

Million Years Ago de Adele es una de ellas.
Una canción tan despojada y melancólica que parece escrita en voz baja, como si tuviera miedo de romperte.

La historia detrás es sencilla y devastadora: Adele caminaba por Brockwell Park, el barrio donde creció, y no reconoció nada. Ni a nadie. Se sintió como una extraña en su propia vida. Y de ahí nació esta canción: de la pérdida silenciosa de sí misma.

Y yo...
yo no crecí en Londres ni tengo un Grammy, pero esa canción parece haber sido escrita con mi diario.
Porque también me he sentido así.
Como si la mujer que fui antes, la que soñaba sin miedo, la que se reía sin medir consecuencias, hubiera quedado atrapada en una versión antigua de mí que ya no alcanzo.

No sé si fue la maternidad, el abandono, el amor no correspondido, o el simple paso brutal de los años.
Pero a veces me miro y no sé quién soy.
Y cuando escribo, como ahora, lo hago desde un rincón secreto donde nadie me puede ver débil.
Porque ya me dolió demasiado que usaran mi amor como un arma.
Que mi hija —mi fuerza— fuera tratada como mi punto débil.

Entonces me volví más callada. Más selectiva.
Pongo límites donde antes daba abrazos.
Y me repito, como un mantra: "Yo no soy la mujer que se rompe. Yo soy la que se reconstruye."

Y sin embargo, cuando escucho esa canción, me tiemblan los dedos.
Porque hay una línea —justo esa— donde Adele dice:

"I miss my mother, I miss it when life was a party to be thrown, but that was a million years ago."

Y se me parte el alma.

Porque también extraño cuando todo era más simple. Cuando bastaba una canción, una llamada, una promesa para creer en algo.
Ahora el amor viene con cláusulas.
Y la alegría con advertencias.

Pero estoy aquí.
No como víctima, sino como sobreviviente.
Como una mujer que guarda su fragilidad como se guarda un perfume caro: solo para quien lo merece.

Y si alguna vez parezco distante, si el silencio se vuelve mi escudo, que sepas que no es frialdad.
Es que esa niña que soñaba todavía vive en mí.
Solo que ahora, la protejo con todo.

Porque hoy no solo cuido de mi hija.
También cuido de mi niña interior.
Esa que lloró en silencio cuando nadie la vio.
Esa que creyó que debía ser fuerte para merecer amor.

Y como madre de ambas, me he armado con una coraza que no es frialdad, es amor blindado.
Una armadura que no se quita por cualquiera.
Una promesa que me hice:
"Nadie vuelve a hacerle daño a mis niñas."

Comentarios

Entradas populares