CAPITULO 12 Space Song y el eco de Dante

Dicen que el amor tiene su propia banda sonora. Algunas canciones nos transportan a los mejores días, otras nos dejan suspendidas en los silencios de lo que nunca se dijo. Y luego está Space Song, de Beach House. Una melodía que es, en mi caso, una cápsula del tiempo. Un eco suave que me susurra que hubo una época donde, sin saberlo, me estaba despidiendo.

A veces me pregunto: ¿cuánto silencio puede caber entre dos personas que se aman?
Dante —porque así decidí llamarlo— salía cada mañana a las seis. Siempre puntual. Siempre serio. Dejándome en aquel cuartito frío que compartíamos, mientras el sol apenas despertaba sobre ese pueblito escondido del mundo.

Al principio, me parecía libertad. Dormía hasta tarde, me arreglaba el cabello sin apuro, salía sola a almorzar al mejor lugar de la zona como si fuera una turista elegante en su propio exilio. Caminaba tan hermosa, tan simpática —al menos eso me decían las miradas—. A veces comía ensalada de frutas. A veces un helado. Pero siempre sola.

Los amigos me reconocían desde lejos. Algunos me hablaban. Otros no. Yo, en realidad, me estaba escondiendo de todos. Había cambiado. No quería que nadie me encontrara.

Después, el ritual se repetía: subía las escaleras del cuarto que olía a cemento y libros, encendía la laptop y estudiaba. Me convertía en esa versión aplicada de mí que a él tanto le gustaba. Y cuando él regresaba, todo era cena, risas ligeras, un poco de rutina envuelta en la costumbre de querernos.

Y entonces él la ponía.
"Fall back into place..."
"Vuelve a encajar en su sitio..."

La canción. Space Song.

Al principio, no le presté atención.
Pero con los días, esa melodía suave, casi flotante, me empezó a calar los huesos. Sonaba como un abismo envuelto en terciopelo. Una despedida invisible. Una soledad que no se gritaba.
"Tender is the night... for a broken heart..."
"Tierna es la noche... para un corazón roto..."

Lo miraba sentado a mi lado, con la pantalla del celular iluminando su rostro, y yo sentía que estaba sola. Completamente sola.

Hoy han pasado tres años. Y aún la escucho.
"It was the thrill of the fight, you see..."
"Era la emoción de la pelea, ¿sabes?"

Y me sigue haciendo sentir sola.
Pero de una forma serena. Como si la tristeza ya hubiera aprendido a respirar dentro de mí sin hacer ruido.

Tal vez por eso la repito tanto. Porque me recuerda que hubo un tiempo en que lo tenía todo, incluso a alguien que me amaba, y aún así... me sentía invisible.

Quizás todas tengamos nuestro Dante. Ese hombre que estuvo, pero no habitó. Ese cuarto frío que parecía hogar, pero era solo tránsito.
Y esa canción que, sin decir nada, lo dijo todo.

"What makes this fragile world go 'round... were you ever lost? Was she ever found?"
"¿Qué hace girar este frágil mundo...? ¿Estuviste alguna vez perdido? ¿Fue ella alguna vez encontrada?"

A veces pienso que no fue él quien me dejó sola. Fui yo quien, sin darme cuenta, empezó a despedirse antes de que todo terminara. Porque incluso en el amor, hay despedidas que suceden con los ojos abiertos, sonriendo y diciendo: "Estoy bien", cuando en realidad… ya nos hemos ido.

Ahora entiendo que no todo lo que suena a amor, es compañía. Y no toda compañía, significa presencia.

Él estaba. Pero yo... me perdía cada vez que sonaba esa canción.

Y sin embargo, la sigo escuchando. Porque en ese vacío suave que deja Space Song, aprendí a reconocerme. A hacerme compañía a mí misma.
Y quizás, solo quizás, eso también sea amor.

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