Capitulo 2 Ya puedes delatarme corazón ❤️
Solía odiar esa canción. No porque fuera mala, sino porque me recordaba una versión de mí que prefería olvidar: confundida, herida, insistente.
Él —lo llamaré Dante, por elegancia— no fue un gran amor. Fue un paréntesis. Un ensayo emocional que hice con el corazón aún medio ocupado y la cabeza desordenada. Me cuidó cuando estaba mal, sí, pero también me miraba como si yo fuera demasiado: demasiado impulsiva, demasiado dramática, demasiado rota. Y probablemente tenía razón.
La verdad es que nunca lo amé. Fue un capricho con consecuencias. Un juego al que entré sabiendo que la casa siempre gana. Y la casa, en este caso, fue la vida. Un bebé que no fue. Un vínculo que dolió más por lo que nunca fue, que por lo que fue en realidad.
Corazón Delator sonaba en sus momentos. Y yo, en plena negación, no soportaba esa canción. Me parecía oscura, invasiva, como una confesión en voz alta que yo no estaba lista para hacer.
Pero el tiempo —siempre tan sabio, aunque lento— acomoda las piezas. Y ahora la escucho y no duele. Me conmueve, sí, pero no desde la culpa. Me recuerda a ese invierno emocional del que salí con los pies mojados, pero caminando. Y eso ya es ganancia.
Hoy esa canción no me delata. Me acompaña. Porque lo superé. Porque ya no lo amo —si es que alguna vez lo hice—. Porque sobreviví a esa parte de mí.
Y porque yo también merezco mirar atrás y decir: “fue real, fue difícil… y ya está bien”.
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